El caso de Cristina sucedió en abril: “salgo a correr por la zona rural, al sur, y viene un hombre en una moto, con un carrito y varios perros alrededor”. Momentos después, el masculino se estaba masturbando.
“Salí corriendo hasta un campo y me socorrió un tambero; logré llamar a mi marido, que no atendía, y la verdad es que fue un momento aterrador”, relató Cristina De Carli.
La situación se produjo un domingo por la mañana, en abril, pero el disparador del relato de Cristina lo constituyó un caso de la zona urbana de Morteros, ocurrido hace poco, y por el que una mujer realizó una denuncia policial en contra de un empleado municipal.
“Me dijeron que por qué salí por el campo, sin celular, entonces, en un punto, terminé pensando que yo era la culpable, por más que sepa que no es así”, expresó Cristina, que señaló que por esa razón no contó la situación anteriormente.
Pero “lo tengo que decir, porque cumplo un rol social importante y tengo que dar la cara por otras mujeres que no se animan”, aseguró. Cristina indicó que “a otras chicas les pasó lo mismo y empezamos a atar cabos: hay una persona que está en una moto tipo 110, sin plásticos, que te sigue o te espera y se masturba”.
“Claramente estamos ante la presencia de un acosador”, afirmó la concejal.
Agregó que hace dos semanas “una chica también salió a correr por el camino de la Pedana y le pasó lo mismo; llamó a la madre y ésta llamó a la Policía”.
“Unas 30 mujeres me han llamado diciendo que les pasó lo mismo”, puntualizó.
De Carli citó a la ley nacional 27.501, que trata sobre acoso callejero y “establece que, en espacios públicos, las acciones verbales o no verbales que intimiden a la otra persona, con connotación sexual, son un delito”.
La concejal apuntó que días atrás sucedió un hecho similar frente a un colegio, ante la presencia de menores. El masculino fue visto en diferentes lugares y horarios.
El delito mencionado se enmarca en el artículo 129 de Código Penal, bajo el título de Exhibiciones Obscenas, y puede agravarse si hay menores presentes.
Se trata de un delito contra la integridad sexual y, dependiendo de la situación o lo realizado, puede acarrear sanciones económicas o pena de prisión.