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Olor a cuero y pegamento, más que un comerciante era un consejero comentando si convenía o no hacer el arreglo del zapato.
65 años es lo suficiente para mostrar la experiencia de la labor que remite a los años, no de remiendo, sino de confección de zapatos, en la firma Paviolo, ubicada en Belgrano al 200 y luego en calle Chacabuco.
En la actualidad distanciado por cuestiones de salud, Victor Butigliero recuerda ”Hacíamos unos 25 pares por día y lo llevábamos al tren o al colectivo para los envíos a la región”.
El martillo, el clavo, una mesa donde está el cemento que guarda tantos años, un viejo cartel con la leyenda “Cambio de tacos y suelas” nos ubica en distintos tiempos.
Abocado a los arreglos de los zapatos, sumó a su compañera con la que comparte más de 60 años de vida “Todo el mundo venía acá, de 8 a 12 y de 14 hasta la noche, trabajamos con Teresita, mi esposa. Ella me ayudaba en la costura, yo ponía los parches y ella arreglaba”.
La profesión le dejó muchos clientes que en la actualidad están en la lista de amigos. Recuerda a los colegas de la época “Scarafía, Viotto, Mazzucca, Coseani, Acosta, Zucchella, Schueri, Rivoira, Bocco, Perlo, Ávila, Privitera, algunos hacían zapatos a medidas” describió en la mañana de AM 1530.
“Confiesa que comenzaría nuevamente la misma actividad de contar con unos años menos” pero la distancia obedece a otra etapa. Tuvo horas de trabajo invertidas a tal punto que vivió de la profesión, que le generó algunas consecuencias de salud “Siempre usé el pegamento …, gracias a eso se me taparon los pulmones y también el hígado. Tuvieron que operarme del corazón”.
¿Qué zapato de cuero que pisó Morteros, o los escenarios en caso de los de baile, no pasó por su taller? Por todo ello, honramos la profesión del zapatero, donde la nobleza es lo primero.


