
Con un sinfín de cambios sociales hemos pasado del que “vuelva la normalidad” a que “todo esto pase”, hasta llegar a finales de un año especial para la gran mayoría.
Puedo pensar que en el imaginario popular varias ideas se han desmoronado, surgieron cambios abruptos, nuevas experiencias, novedades y de repente nos hemos encontrado hasta con otra mirada hacia la vida.
¿Será que de alguna forma, evolucionar suele tener un costo
de tal magnitud?
Podemos tener distintas interpretaciones, así mismo lo que instaló el Covid-19, conduce hacia nuevos paradigmas.
Hasta la cultura sintió el temblor social, si consideramos que nuestra conducta de relacionarnos con los distintos grupos sociales ha cambiado de tal forma, que se instaló nueva actitud.
Ahora bien, después de que a las personas mayores de 60 las hayan sectorizado, separado, hasta guardado por un período de tiempo demasiado prolongado. Hoy, ellos mismos buscan la forma y encuentran recursos para revertir el daño que le produjimos, sin hacernos ver y sentir lo desacertados que fuimos en más de una situación creyendo que así estarían resguardados.
Con decir que siento admiración por las personas viejas es poco, es digno de alabar, ver que todos ellos, como pueden; sacan fuerzas para seguir andando.
De solo verlos movilizándose con ese impulso vital renovado, me da la pauta de que hay una transición; en este presente es incierto hacia donde es. No obstante, como población en crecimiento, son indispensables para la sociedad y están generando un cambio de conciencia colectiva.
Las demás generaciones podemos acompañarlos desde el rol que habitamos en lo familiar y social. Si nos remontamos a épocas pasadas, hay registros del SXIII que se consideraba personas mayores a partir de los 30 años, luego en el SXVIII a partir de los 40, actualmente desde los 60 años. ¿Quién sabe más adelante?
Es oportuno citar la siguiente apreciación: “la persona mayor tiene los mismos derechos humanos y libertades fundamentales que otras personas, y que estos derechos, incluido el de no verse sometida a discriminación fundada en la edad ni a ningún tipo de violencia, dimanan de la dignidad y la igualdad que son inherentes a todo ser humano…
Reconociendo también la necesidad de abordar los asuntos de la vejez y el envejecimiento desde una perspectiva de derechos humanos que reconoce las valiosas contribuciones actuales y potenciales de la persona mayor al bienestar común, a la identidad cultural, a la diversidad de sus comunidades, al desarrollo humano, social y económico y a la erradicación de la pobreza”, de la Convención Interamericana Sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores. La misma se encuentra firmada por Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, entre otros países.
Por Luciana Villagra, desde Con Vos/z Mayor