Modelos de un mundo de posibilidades

En algún momento pudimos pensar y decir “¡quiero ser como esa vieja! o ¡quiero ser como ese viejo! cuando tenga su edad”.

¿Qué encontramos en ellos, que despertó nuestra atención y admiración? Seguramente esa vejez se destaca por algún factor en particular.

Si logramos, con los pies en la tierra, observar nuestro alrededor y encontramos a una persona mayor que admiramos, estaremos tomando conciencia que los viejos tienen un valor individual y social.

Puede que no sea de una forma directa o explícita, pero seguramente algo bueno nos han inculcado.

¿Cuántas cosas podemos aprender, si nos tomamos un tiempo con ellos? Podemos aprender esas cosas que no se aprenden en otro lugar.

Cito a la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, donde su Artículo 2 define “Envejecimiento, al proceso gradual que se desarrolla durante el curso de la vida y que conlleva cambios biológicos, fisiológicos, psico-sociales y funcionales de variadas consecuencias, las cuales se asocian con interacciones dinámicas y permanentes entre el sujeto y su medio”. Donde además agrega “… contribuyendo activamente a sus familias, amigos, comunidades y naciones…”.

La población mayor de sesenta años tiene mucho para ofrecernos, si reconocemos su largo camino recorrido, su aporte será aún mayor.

Se comprenden las búsquedas constantes que nos motiva a diario, aunque te invito a que recuperemos todo aquello que podemos estar perdiendo junto a los actuales viejos. Con ellos se van una totalidad de conocimientos, sabidurías, tradiciones culturales, que se irán extinguiendo, si no nos responsabilizamos en conservar y hacer permanecer en tiempo.

Al mismo tiempo, hoy podemos reflexionar sobre ese modelo de vejez que admiramos y respondernos ¿a qué me inspira?

Por Luciana Villagra, en “Con Vos/z Mayor”